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  • Foto del escritorJared Escobar

UN DÍA EN LA RUTA DE LAS FLORES



Desde muy temprano emprendí viaje al maravillo municipio de Concepción de Ataco, Ahuachapán, es aquí donde comienza la conocida “ruta de las flores”. Solamente al llegar se puede sentir el imponente y agradable clima frío del lugar y no hay mejor forma de empezar la travesía que comiendo unas ricas pupusas antes de continuar con la gran aventura, un pueblo colorido que a la vez preserva su historia y atrae la curiosidad de cualquier visitante, por sus diversas artesanías, locales y comerciantes que se encuentran en ese lugar.


Poco tiempo después decidí aventurarme por toda la zona, pero a través de los famosos “Buggies de Ataco”, mismos que nos hacen disfrutan y observar todo desde otra perspectiva haciendo un recorrido totalmente al aire libre sobre las calles empedradas que se apoderan del sitio; mientras avanzaba podía ver las casas, el parque y la increíble catedral que definitivamente llama mucho la atención.


Posteriormente me dirigí hacia el bonito municipio de Apaneca, en el cual hice un breve paso y pude presenciar parte de una misa en la Iglesia San Andrés Apóstol, así como el fantástico Laberinto de Albania uno de los sitios turísticos más concurridos del lugar. No obstante, fue un pueblo en el que no pude investigar con mayor profundidad, pero que sin duda atrapa sin importar el lugar al que uno se oriente.


Cuando se acercaba el mediodía, el mapa mostraba el siguiente destino y no era ni más ni menos que el auténtico municipio de Juayúa, un pueblo con mucho color, cultura, historia, tradición y fiesta; el hambre se hacía presente y tomé la decisión de comer entre las calles del lugar, ya que se encontraban en un festival gastronómico y había mucha variedad de comida y platillos que seducen la vista.


Mientras estuve ahí pude disfrutar no solo de la deliciosa comida, sino también de las distintas artesanías que, sin dudas, incitan a querer llevarse un recuerdo del pueblo tan mágico. Por un periodo de tiempo muy largo me quedé en el parque viendo un poco más de las diferentes atracciones y negocios.


Un poco más tarde y después de un tiempo prolongado en el que pude disfrutar un poco más que en los otros dos pueblos, se había llegado el momento de partir para el siguiente y último destino, pues al ser ya un poco más tarde el siguiente trayecto de igual forma sería un paso muy fugaz.


Luego de un rato de recorrido me encontraba en el cierre del viaje, estaba en el municipio de Nahuizalco, el silencio caracterizaba un el lugar, ya que por la hora la mayoría de las personas únicamente salían a las puertas de sus casas para platicar con los vecinos, sin embargo, había comerciantes que ofrecían en las calles sus productos.


No tuve la dicha recorrer más de aquel pueblo, pero sí de probar una rica yuca frita con atol de elote, mismo que su vendedora se halagaba diciendo: “el atol que yo preparo no lo van a encontrar tan fácil en otro lugar, no es porque lo haga yo, pero es el mejor”. Pese a ser un breve paso, algunas de las personas que conocí en ese lugar estaban muy felices de recibir a todo el que llegué por esas tierras.


El atardecer era cada vez más evidente, así como el fin del paseo. Muchas aventuras, gente nueva y lugares totalmente únicos, los cuales no tengo ninguna duda de que en algún momento volveré, porque son pueblos que atrapan e incitan a una pronta visita para volvernos a mostrar cada atracción que tienen por ofrecernos.



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