Mi viaje al Parque Cuscatlán fue una experiencia muy grata llena de tranquilidad y relajación. Desde el momento en que llegué, quedé fascinada por la belleza natural y cultural que rodea este increíble lugar.
El parque se encuentra ubicado en el corazón de San Salvador, la capital de El Salvador. Al entrar, fui recibida por una amplia extensión de áreas verdes en excelentes condiciones, que invitaban a dar un relajante paseo. El lugar cuenta con una variedad de actividades y lugares para visitar.
Apenas nos adentramos en el parque, lo primero que llamó nuestra atención fueron los pequeños coches que se alquilan. Aquellas pequeñas máquinas, perfectas para niños de 10 años en adelante, ofrecían la promesa de una un buen recorrido por el parque por una pequeña tarifa que garantizaba el derecho de explorar el parque a nuestro propio ritmo. Nos vimos obligados a esperar un poco, ya que había una multitud de niños que habían llegado antes que nosotros. Entendimos pronto que estaban celebrando la despedida del año académico, una actividad extracurricular fuera de la rutina del colegio.
Finalmente, llegó nuestro turno. Nos subimos a los coches, y empezó nuestro recorrido por el parque, luego de tantas vueltas ya las piernas empezaban a doler, pienso que es debido al poco ejercicio físico que realizo. Después que se agotara nuestro tiempo nos dimos a la tarea de descansar puesto que el sol nos había hecho sudar y nos provocó una fuerte sed.
Después de haber descansado y recargado energías, nos dirigimos a una de las instalaciones que se encuentran dentro del parque, el museo Tin Marín. Al entrar, las guías nos ofrecieron un pequeño recorrido por las diferentes salas de exhibición que se encuentran dentro del museo.
Durante el recorrido, tuve la oportunidad de visitar algunas de las exhibiciones, como la sala de los dientes, el supermercado, el volcán y el carro de los bomberos. Cada una de estas salas ofrece una experiencia única y educativa, permitiéndonos aprender de manera divertida.
Luego, para finalizar nuestro viaje, visitamos el mariposario. Aunque en mi opinión no fue de mi agrado, aunque pude apreciar la belleza de estas criaturas y aprender más sobre su ciclo de vida.
Finalmente, concluimos nuestro recorrido visitando la casa de la gravedad. Este lugar me gustó mucho, ya que nos permitió experimentar diferentes fenómenos relacionados con la gravedad y desafiar nuestras percepciones. Fue fascinante ver cómo las leyes de la física se aplicaban en este espacio interactivo.
Lamentablemente, el recorrido por el museo fue limitado y solo pudimos visitar algunas salas. Hubiera deseado poder ver todas las exhibiciones, ya que cada una de ellas tenía su propio encanto y atractivo. A pesar de esto, el museo Tin Marín nos brindó una experiencia enriquecedora y divertida, permitiéndonos aprender y explorar de una manera única.
Después de salir del museo, decidimos sentarnos en las bancas que se encuentran en el parque. En ese momento, nos dimos cuenta de la cantidad de mascotas que iban acompañadas de sus dueños, ya que el parque permite la entrada de animales. La mayoría de estos domésticos eran tranquilos y hermosos.
Después de pasar un rato disfrutando de la compañía de las mascotas, empezamos a sentir hambre. Nos dirigimos a uno de los restaurantes de comida rápida que también se encuentran en el parque. Restaurante que lleva por nombre Papa John’s, en el compramos pizza y un refresco.
Luego de terminar nuestra comida, decidimos esperar un momento antes de regresar a casa. Aproveché ese tiempo para prepararme y alistarme para irme. Afortunadamente, tengo la ventaja de que mi autobús pasa justo enfrente del parque. Así que salí, esperé el autobús y me fui a casa.
Fue un día lleno de actividades emocionantes y momentos agradables. Disfrutamos de la compañía de las mascotas, degustamos una deliciosa pizza y tuve la comodidad de tener el transporte público al alcance. Fue una experiencia completa y satisfactoria.
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